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Catarian

Sé que voy a morir, no sé ni porque estoy escribiendo esto, quizás... para sentirme mejor sabiendo que si alguien consigue sobrevivir y encuentra estas letras, pueda saber cómo desapareció el Thaig Kehdrel.

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Al igual que muchos de los otros Thaigs, imagino, el mío fue atacado por esas criaturas, un ejército entero llegó a nuestras puertas para arrasarlo. Nunca antes las había visto, había recibido noticias, claro, de otros Thaigs que habían recibido algún pequeño ataque resuelto con dos buenas hachas. Pero desde hace unas semanas estos ataques habían empeorado, al principio iban perdidos y eran pocos, era fácil exterminarlos. Algo necesario, porque un simple arañazo podía matarte o incluso transformarte en uno de ellos. Pero ahora sabían lo que hacían, los exploradores avisaron de que se acercaban, venían directos a por nosotros y nada los hizo detenerse. Envié guerreros, cerré todas las puertas, pero nada les impidió entrar.

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Vi el ataque desde lo alto de mi casa, hubiera bajado a unirme a la batalla, pero era inútil, eran demasiados. Vi cómo devoraban a los niños y a los hombres, también vi como a las mujeres se las llevaban, no sé por qué hacen eso. Y ahí me quedé, mirando como mi Thaig caía a cada paso de esas criaturas. Al final mi fiel amigo Gavorn me cogió del brazo y me llevó hasta los túneles de escape del Thaig. Ahí ya reaccioné, éramos muchos los que conseguimos huir, pero sin un hogar al que regresar... ¿Que nos quedaba? Todos los Thaigs estarían igual que nosotros, quizás… las únicas opciones eran Orzamar, Kal-Sharok, Gundaar y Hormak, era imposible que los mayores Thaig de todo el reino hubieran caído. Pero Orzamar estaba más cerca.

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Guié a mi Thaig por los caminos de las profundidades durante días, ocultándonos, matando pequeños grupos de engendros y avanzando muy lentamente. Cada día que pasaba se reducía la distancia pero nuestro grupo también se reducía, al final del quinto día solo quedábamos diez, de los casi cien que empezamos. Pero Orzamar ya estaba cerca, solo un poco más y llegaríamos al gran camino que iba directo al Thaig. Los oíamos detrás de nosotros, nos estaban siguiendo, si nos dábamos prisa llegaríamos antes de que nos alcanzaran… solo unos pasos más y ahí estaba. Donde debería estar el acceso, ahí estaba el maldito muro de escombros. Lo primero que pensé fue en buscar otra forma de llegar, pero como Enano que era, sabía que una de nuestras construcciones nunca se derrumbaría, eso era diferente, alguien… lo había derrumbado a propósito… desde el otro lado. Orzamar había abandonado a todos los enanos que estábamos al otro lado, Orzamar nos había traicionado.

Catarian, señor del Thaig de Kehdrel. 810 TE.

Escrito encontrado en una de las rocas de los caminos de las profundidades. Cerca de uno de los pasos bloqueados a Orzamar.

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