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Diario mugriento

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He acampado en el linde del bosque a pasar la noche. Se supone que al otro lado hay un rico pueblo con mucho comercio, tal y como me dijo aquel extraño hombre. Espero que sea cierto, ya que he oído rumores de que hay bandidos escondidos aquí, pero no puedo rodearlo, he de correr el riesgo…

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Es poco más de medio día pero parece que esté a punto de anochecer. Hay una intensa niebla que no deja pasar la luz del sol. Siento una presión en la nuca, creo que no estoy solo aunque no veo nada a mi alrededor… El bosque tiene un silencio que no es normal.

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Me he refugiado en unas ruinas. Cuando la primera flecha se clavó en la carreta agité las riendas confiando que los caballos fueran lo suficientemente rápidos, pero una marabunta de flechas empezó y una de ellas acabó con uno de los caballos. Al caer el animal, toda la carreta volcó y yo salí despedido.

 

Aturdido en el suelo vi como el otro animal intentaba en vano levantarse y huir, pensé en soltarlo, pero los bandidos se acercaban. Debía huir ya, con un poco de suerte cogerían la mercancía y me dejarían en paz, pero al parecer también me querían a mí. No tardaron en verme y dispararme, entre ellos vi a aquel extraño hombre... Que estúpido había sido, caer en una trampa así.

 

Afortunadamente encontré este acceso a los caminos de los enanos, pero no lo pensé mucho. Debería haberme dado cuenta que la niebla y el silencio que las rodeaba no era normal. Solo pensaba en huir de los bandidos, así que entré y me adentré en él lo más rápido posible, buscando a los enanos o al menos un escondite.

No sé cuánto tiempo estuve corriendo, pero los pasos de los bandido se acercaban. Al final tropecé y caí sobre una masa viscosa que olía fatal. Parecía un cuerpo en descomposición. Asqueado intenté avanzar pero cada vez olía más fuerte, las náuseas no me dejaban seguir y las luces de las antorchas llegaron a la sala.

 

Pude ver la cara de terror de los bandidos y un montón de sombras que reaccionaron a la luz y se abalanzaron sobre ellos. No pude ver que eran, solo que había cientos solo en esa sala y pronto empezaron a llegar más. Las antorchas se apagaron completamente a la vez que los gritos de los bandidos se ahogaban.

 

Conseguí llegar a una sala vacía por la que se filtraba un poco de luz a través de un pequeño agujero. He intentado hacerlo más grande, pero es imposible. Solo me queda esperar a que esas cosas vengan a por mí.

 

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Algo va mal, llevo escondido un día y las criaturas han empezado a abandonar el acceso enano. Primero pensé que como no soportan la luz volverían hacia los caminos de las profundidades, pero no, han tomado dirección a la superficie. Casi no oigo ningún ruido al otro lado, pronto podré salir, solo he de aguantar un poco más.

 

 

Pensé que se habían marchado así que abrí un poco la puerta. Lo que ví me dejó helado. Ya no estaba a oscuras, algunas de las criaturas ahora portaban antorchas y guiaban al resto que desfilaban a través del acceso hacia la superficie. Todos portaban armas, llevaban trozos de armaduras enanas e incluso parecía que se comunicaban entre ellas.

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Debo salir de aquí y avisar a alguien de lo que se les viene encima. He vuelto a cerrar la puerta, esperaré un poco e intentaré pasar desapercibido hasta la salida… Algo acaba de arañar la puerta.

815 TE “Diario mugriento encontrado junto a un

cadáver en un acceso a los caminos de

las profundidades

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